"Escribo porque es la única manera de hablar, callando."

sábado, 2 de marzo de 2013

"Listo. Hoy es sábado. Vamos a ser felices. Tiren a la mismísima mierda toda intención o atisbo de dieta (las mujeres más lindas son gordas, GORDAS, así, sin más, y las menos histéricas también, y esto lo sabe cualquiera: esta mañana tuve la oportunidad de confirmarlo en la contratapa de un libro de Osho, así que debe ser verdad: si sucede, conviene), no eliminen ni bloqueen a nadie, mejor sería mamarse hasta quedar con la cola mirando al noreste desafinando en los coros de “Tarzan Boy” o del Chaqueño Palavecino, de última. Si total el año ya está perdido. 
Si van a protestar, traten de no arrojarle pis a nadie, eso no es muy higiénico; además la violencia es contraproducente, ¿o no se dan cuenta, idiotas útiles, descerebrados hiperviolentos? ¿No ven que esas maniobras, a la postre, no son más que dispositivos para engendrar más y más gorilaje? Refuerzan lo mismo que pretenden criticar. 
Y fumemos la vida, su mágica hermosura: la impostergable y estúpida ilusión de creer que todo se puede resetear, y de que el lunes que viene seremos más flacos, más buenos, más PRO, y por lo tanto, todo nos va a salir mucho mejor. 
Floreció pornográficamente la santa rita en el balcón de mi mujer. El poeta dice mejor: “Vamos a levantarnos para ver las flores del jardín”."

(Extracto literario del cerebro de Marcelo Caparra, un viejo profesor de un viejo tiempo adolescente. Se agradece).



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